Cada tipo de flor tiene una forma y un color diferentes. Cada flor sabe que es única, además de bonita. La lección que las flores enseñan a sus Hermanos y Hermanas humanos es un ejemplo de amor sin parangón.
Las flores nos enseñan que cada color y cada forma son singulares y bellos. Sin miedo ni vergüenza, las flores vuelven sus diminutas caras hacia el Abuelo Sol para absorber su amor y su luz. Enseñan a sus colegas humanos a amar las diferencias de formas y tamaños sin comparar la belleza de una flor con el resto. La Madre Tierra alimenta a cada planta porque todas son sus criaturas. Los Truenos mandan lluvias que impulsan su crecimiento y todas se alimentan de la luz del Abuelo Sol.
Sólo los seres humanos temen ser menos perfectos. Basan sus desagradables juicios en la autoridad de otras personas que están confundidas pues han olvidado que la singularidad y la belleza se encuentran en todos los elementos de la Creación.
JAMIE SAMS
fragmento de: La Medicina de la Tierra
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