"Sin duda las emociones contribuyen al comienzo y desarrollo de la enfermedad.
La represión de los sentimientos puede conducir al desarrollo de enfermedades autoinmunes.
Y el estrés crónico anula el sistema inmunológico, encargado de destruir las células anormales, dejando así al cuerpo vulnerable al crecimiento del cáncer.
El estrés y los conflictos no causan el cáncer, pero conducen a un estado de desesperanza y desamparo que permiten su desarrollo.
Aunque no podemos controlar todo cuando nos sucede, consciente o inconscientemente escogemos nuestras reacciones. Y al asumir el papel de la víctima aumentamos la vulnerabilidad de nuestros cuerpos ante la enfermedad.
A una edad muy temprana, estos enfermos habían aprendido a considerar las relaciones como algo peligroso, establecidas sólo a riesgo de mucho dolor y rechazo. Para protegerse, mantenían sus relaciones con los demás a un nivel superficial. Aunque aparentaban estar bien, se reprimían emocionalmente y se sentían aislados y diferentes de los demás.
Nuestros sentimientos hacia los demás, sean éstos positivos o negativos, afectan de forma directa a nuestra salud"
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