"Durante
este siglo serán escarnecidas y rechazadas a
priori; pero en este siglo únicamente, porque en el siglo XX de nuestra
Era, comenzarán a conocer los eruditos que la Doctrina Secreta no ha sido ni
inventada ni exagerada, sino por el contrario, tan sólo bosquejada; y
finalmente, que sus enseñanzas son anteriores a los Vedas. No es esto una pretensión de profetizar, sino una sencilla
afirmación fundada en el conocimiento de los hechos. En cada siglo tiene lugar
una tentativa para demostrar al mundo que el Ocultismo no es una superstición
vana. Una vez que la puerta quede algo entreabierta, se irá abriendo más y más
en los siglos sucesivos. Los tiempos son a propósito para conocimientos más
serios que los hasta la fecha permitidos, si bien tienen todavía que ser muy
limitados.
Es innecesario decir que esta
obra no es la Doctrina Secreta en su totalidad; es tan sólo un número escogido
de fragmentos de sus doctrinas fundamentales; concediéndose especial atención a
algunos hechos de que se han apoderado diversos escritores, desfigurándolos
hasta quitarles toda semejanza con la verdad.
Pero
quizás sea de desear la declaración inequívoca de que las enseñanzas contenidas
en estos volúmenes, por incompletas y fragmentarias que sean, no pertenecen de
modo exclusivo, ni a la religión Hindú, ni a la de Zoroastro, ni a la Caldea,
ni a la Egipcia; ni al Buddhismo, ni al Islamismo, ni al Judaísmo, ni al
Cristianismo. La Doctrina Secreta es la esencia de todas ellas. Habiendo salido
de ella los distintos sistemas religiosos al nacer, los retrotraemos a su
elemento original, del cual todos los misterios y dogmas se han desarrollado,
para venir a materializarse.
La aspiración de esta obra puede
expresarse del modo siguiente: demostrar que la Naturaleza no es “una
aglomeración fortuita de átomos”, y asignar al hombre el lugar que de derecho
le corresponde en el plan del Universo: rescatar de la degradación las verdades
arcaicas que constituyen la base de todas las religiones; descubrir hasta
cierto punto la unidad fundamental de que todas ellas han salido, y demostrar
finalmente que jamás se ha aproximado la Ciencia de la civilización moderna, al
lado Oculto de la Naturaleza.
Si
esto se consigue de alguna manera, quedaré satisfecha. Se ha escrito en
servicio de la Humanidad, y la Humanidad y las generaciones futuras tienen que
juzgarla. No reconozco tribunal de apelación inferior a éste. Estoy acostumbrada
a las injurias, me hallo en relación diaria con la calumnia, y ante la
maledicencia me sonrío con silencioso desdén.
De minimis non curat lex
H.
P. Blavatsky
Londres, Octubre 1888.
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