"Los clásicos de Oriente y Occidente nos permiten conocer al hombre, pues sus misterios han sido captados y explicados durante infinitud de milenios. Ellos dan la madera para tallar todas las épocas clásicas y todos sus renacimientos.
Periódicamente, a través de la cicuta de un Socrates, de la cruz de un Jesús, de la renunciación de un Budha, el hombre común ha podido ver y verá caer los relámpagos de esa luz, y como los primitivos europeos, si están despiertos cuando eso ocurra, correrán a recoger el fuego. La Sabiduría, como Prometeo, ha robado el Fuego de la Inteligencia Divina y se ha sacrificado en obsequio de la dolorida humanidad. Y si con los principios de esa Sabiduría consideramos a la etapa humana como intermedia entre el animal y Dios, educación será fundamentalmente no la cultura en sí, sino la utilización de esa cultura en acelerar la evolución humana, en efectuar su trasmutación desde el plomo de la animalidad al oro de la liberación interior, y por ende, exterior. Por eso, educar no es torcer o forzar naturalezas, sino liberarlas del yugo de la animalidad y de las estrecheces animales, psíquicas y espirituales que las aprisionan y son causa de sufrimiento.
Decían los antiguos filósofos que el conocimiento es luz, y que la luz vence las tinieblas. Así, las oscuridades del subconsciente animal serán transmutadas en la claridad de la conciencia. Nadie será explotado porque nadie será ignorante...
fragmentos de JORGE ANGEL LIVRAGA
Un verdadero pedagogo debe haber nacido tal, y, sólo con su presencia, con su mirada, con sus emanaciones, los niños son educados. A lo largo de la historia ha habido hombres y mujeres que nacieron con este amor, con esta calidad moral que influye en los niños. Porque los niños son sensibles, son como animales que sienten de lejos si sois o no dueños de vosotros mismos.
Mirad el caballo: si el jinete es un cobarde, el caballo lo siente, ¡y, venga, al suelo!… Si no, se somete. Y los niños tienen también esta intuición natural.
La verdadera pedagogía no es otra cosa que la Iniciación esotérica. Los verdaderos pedagogos son los grandes Iniciados que, con su ejemplo, con su abnegación, con su sacrificio, han llegado a educar a la humanidad y a mostrarle nuevos caminos.
Antes de lanzarse a educar a los demás, cada uno debe ser el pedagogo de sus propias células. Porque tenemos que asumir que un pueblo al que su rey no da un buen ejemplo, lo imita, y lo destrona. Mientras que si el rey da un ejemplo de bondad, de nobleza, de honestidad, sus células, que lo imitan también, se vuelven tan obedientes, tan radiantes, que esta radiación llega a manifestarse incluso en el exterior. Y son estas radiaciones, estas emanaciones, las que actúan sobre los humanos, sobre los animales, y hasta sobre la vegetación. Lo que el hombre ha creado interiormente, con su trabajo, con sus meditaciones, con su pureza, se refleja primero en sus propias células, y solamente después estas creaciones salen de él para influenciar a los demás."
fragmentos de OMRAAM MIKHAEL AIVANHOV
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Un verdadero pedagogo debe haber nacido tal, y, sólo con su presencia, con su mirada, con sus emanaciones, los niños son educados. A lo largo de la historia ha habido hombres y mujeres que nacieron con este amor, con esta calidad moral que influye en los niños. Porque los niños son sensibles, son como animales que sienten de lejos si sois o no dueños de vosotros mismos.
Mirad el caballo: si el jinete es un cobarde, el caballo lo siente, ¡y, venga, al suelo!… Si no, se somete. Y los niños tienen también esta intuición natural.
La verdadera pedagogía no es otra cosa que la Iniciación esotérica. Los verdaderos pedagogos son los grandes Iniciados que, con su ejemplo, con su abnegación, con su sacrificio, han llegado a educar a la humanidad y a mostrarle nuevos caminos.
Antes de lanzarse a educar a los demás, cada uno debe ser el pedagogo de sus propias células. Porque tenemos que asumir que un pueblo al que su rey no da un buen ejemplo, lo imita, y lo destrona. Mientras que si el rey da un ejemplo de bondad, de nobleza, de honestidad, sus células, que lo imitan también, se vuelven tan obedientes, tan radiantes, que esta radiación llega a manifestarse incluso en el exterior. Y son estas radiaciones, estas emanaciones, las que actúan sobre los humanos, sobre los animales, y hasta sobre la vegetación. Lo que el hombre ha creado interiormente, con su trabajo, con sus meditaciones, con su pureza, se refleja primero en sus propias células, y solamente después estas creaciones salen de él para influenciar a los demás."
fragmentos de OMRAAM MIKHAEL AIVANHOV
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