domingo, 9 de octubre de 2011

LA SOMBRA Y LA LUZ DE ARES...




"La célebre frase del poeta Plauto "el hombre es un lobo para el hombre" se refiere a la predominancia del Ares instintivo en el que la ley de la jungla prevalece y los conflictos se resuelven con guerras y venganzas engendrando un sinfín de sufrimientos recíprocos.


En todos los casos, se rechaza la existencia de un límite, el que nos separa de los demás; y se actúa siguiendo un deseo pasional movido por un instinto de vida -poseer o dominar al otro o sus posesiones- o por un instinto de muerte, destruir a otro.


En el aspecto psicológico, se actúa por una frustración profunda de un individuo que se siente débil e impotente y que se refugia detrás de la apariencia de la brutalidad, para dominar al otro.


Si el arquetipo Ares de
niño es maltratado, aterrado o humillado, cuando es adulto fustiga o golpea a los demás cuando no se siente bien; reprime interiormente sus sentimientos de terror e impotencia, no se puede poner en el lugar de la víctima.  Si no hay oportunidad de educar a su descendencia, puede reproducirse con la misma violencia de generación en generación.

El Ares agresivo expresa la sombra del arquetipo y reduce al hombre a su dimensión animal. Esto le traerá una serie de problemas de integración social, familiar y, en ocasiones, lo hará caer en el círculo vicioso del alcohol, la violencia y la miseria física y moral.


Y éste es el desafío del Ares humanizado, del cual el Himno Homérico canta los méritos: "Ares, el que favorece la Justicia". Como en el gran combate oriental del Bhagavad Gita, donde el héroe Arjuna debe vencer tanto a los enemigos exteriores como a sus enemigos interiores, aprender a controlar la animalidad agresiva en su corazón es el fundamento del verdadero heroísmo, el de vencerse a sí mismo"


Debe vencer dentro de sí al animal para hacer nacer al humano.

Para desactivar la respuesta impulsiva de Ares, hace falta disciplinar su voluntad y fijarse metas a largo plazo. Integrando en la educación una buena dosis de dedicación y esfuerzo físico y energético, para canalizar sus energías, una educación deportiva y experiencias juveniles de campamentos, aventura, aprendiendo a conocerse en la relación con los demás, favorece la socialización para canalizar la sobreabundante energía marcial.

El hombre Ares debe detenerse para buscar una solución negociada, o sea, un intercambio verbal para resolver el conflicto, calmar la situación para encontrar una solución inesperada. Debe aceptar este intercambio, debe lograr que no lo haga sentirse en situación de sumisión o inferioridad, debe también trabajar con su orgullo o su voluntad de vencer a cualquier precio.  El hombre Ares puede reaccionar agresivamente, dejándose llevar por el sistema límbico de su cerebro que rige sus reacciones emotivas y creando un conflicto abierto, pues piensa que tiene totalmente la razón y que el otro está completamente equivocado. Gracias al autocontrol, puede cambiar su relación con el otro, integrando los opuestos en sí mismo. Entonces puede interrogarse sobre la parte de verdad o de razón que tiene cada uno de los participantes. De esa forma se pasa de un conflicto abierto agresivo a un conflicto asumido con conciencia de la diversidad de puntos de vista y basado en la negociación en lugar de basarse en la confrontación.

Debe aprender el arte de la autodisciplina que le permitirá con esfuerzos sostenidos en una misma dirección perfeccionar su talento natural.

Inspirarse en Atenea: reflexionar antes de actuar.  Detenerse antes de agredir o violentar.

Aunque el arquetipo Ares esté muy desvalorizado en la sociedad actual, por la confusión entre violencia incontrolada y la fuerza, debemos poder convocarlo nuevamente, purificado de sus escorias y de sus sombras. 

En efecto en nuestra sociedad actual, la violencia misma expresa un inmenso vacío y la debilidad de personas que no saben encontrar el camino hacia su propia individualidad y hacia su propia humanidad, el miedo hace retroceder otra vez una vez más hacia la ley de la jungla instaurando zonas de no derecho en nuestras macrociudades muy sofisticadas.

Debemos invocar a Ares, vencedor del miedo, "el que ayuda a la Humanidad, dispensador del dulce coraje de la juventud", como dice Homero. Para ello hay que dar a la juventud una nueva educación que le permita canalizar su fuerza con inteligencia, convocando una vez más a la diosa Atenea. Los romanos decían: "Cuando la inteligencia gobierna el mundo, se llama Roma"

Debemos aprender a convocar al gran Marte, el que convierte con la disciplina, la fuerza viril, en fuerza moral, virtus.  Y pasar del Estado de fuerza al Estado de Derecho en el cual la ley es una para todos.

Cuando el hombre Ares asume su Marte se vuelve un buen combatiente, protector de la comunidad y de su familia, con los cuales se siente muy unido y presto a dar su vida para que la seguridad y los derechos del conjunto puedan seguir existiendo.


 

Fragmentos de: DIOSES INTERIORES (Como identificar tu arquetipo personal)
Autora: Laura Winckler
Editorial KIER

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