viernes, 23 de diciembre de 2011

LO QUE ME ENSEÑÓ AQUEL PEZ...


Esta mañana iba hablando por teléfono paseando a la orilla del mar, y cuando estaba a punto de terminar, un pez cayó a mis pies. Dios, qué susto me llevé. Le conté a la persona al otro lado del teléfono, qué hago pregunté, me dijo: cógelo y devuélvelo al mar. Comenté, a ver si lo consigo. No veía la manera de cogerlo, porque cada vez que me acercaba se ponía a dar brincos palmoteando con la cola, yo le pedía al mar a gritos que por favor viniera y se lo llevara. Pensé, cuántas veces las olas me bañan los pies, sería lo más fácil, pero el mar no le alcanzaba. Asustada al verle con la boca abierta moviéndose, quise cogerlo por la cola, peor no me dejaba. Me veía en el pez... fuera del agua ahogándome y alguien a mi lado gritando, y sin saber ayudarme...Ya sé que no piensa pero... ¿escucharía mis palabras, mi conversación con él y con el mar?

Yo no paraba de decirle al mar que se lo llevara, y al pez que me dejara ayudarle que deseaba devolverle al agua. Quizás en su angustia sólo escuchara gritos, me esforcé en tranquilizarme, ya que el mar no se acercaba, y decidí echándole valor... cogerle por el centro del cuerpo, ahora sí lo conseguí, y lo lancé con todas mis fuerzas. Cayó entre las olas y seguiría su viaje... después del susto que vivió en la orilla donde se ahogaba. Entonces unas olas más fuertes se acercaron y bañaron mis zapatillas. Me tocaba a mí realizarlo, por eso Ella no respondió a mis llamadas. ¿Qué aprendí o me recordó? Pues en principio que si te asustas ante los problemas tuyos o ajenos, la ayuda será torpe y no funcionará, sólo cuando te tranquilizas y pones en juego el valor para realizar lo que convenga más, surte efecto positivo. Además volví a ver como siendo tan diferentes, aunque complementarios, los distintos seres que formamos parte de este Gran Ser que es la VIDA, no todos como consecuencia podemos vivir en las mismas condiciones. Para unos, como el pez de esta mañana, sólo pueden vivir plenamente en la combinación de agua y aire. Otros necesitamos de los cuatro elementos; tierra, agua, aire, fuego. Algunos podrían vivir con el aire y el fuego. Y me pregunté cuántos habrá que no vemos y existen en otros elementos invisibles a nuestros sentidos. También reflexioné pensando,  cual sería el elemento que necesita nuestra alma para desarrollarse mejor y vivir plenamente (ya que está hecha de lo uno y de lo otro), e igualmente nuestro corazón celeste. Dicen los sabios, que El vive de la Luz divina de Maat.

Curiosa experiencia, nosotros como aquel pez cuando nos salimos de los elementos que sostienen nuestra vida física, psíquica, mental o espiritual,  comenzamos a morir, quizás alguien nos vea, como yo a este pez y nos devuelva a nuestros elementos naturales, para seguir viaje y continuar recogiendo experiencias, porque aún tenemos tiempo que vivir aquí o allí...Después del susto mutuo que teníamos, mi pez del Sol invicto y yo,  vi que por un momento nos habíamos cruzado seres de distintas dimensiones, quién sabe por qué y para qué. Está claro que para mí, ya serás algo inolvidable. Hoy tuve su Vida en mis manos, eso era lo que me causaba tanto respeto, era algo sagrado que no me atrevía a tocar, hasta que me decidí. Me hizo tan feliz verle volver a "su casa".

Pasado un tiempo recordándolo... comprendí que algunos como aquel pez han saltado fuera de la dimensión común...y han entrado en otra...


D. Villegas -21/12/2011
fragmento de LA ODISEA DEL ALMA

(Era el aniversario de la muerte de mi madre)

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