martes, 3 de marzo de 2015

Sobre la IGUALDAD y la JUSTICIA

La fraternidad universal sin distinción de raza, credo, sexo, condición social ni color primará en el futuro.  Fraternidad no es "igualdad"...

La actitud fraternal, basada en la inteligencia y en el amor, es ubicar a cada cual en su lugar sin juzgar "a priori".  Todos deben tener iguales oportunidades al nacer, pero las diferencias que se vayan estableciendo en la selección de los más aptos, debe ser respetada y servir para integrar y complementar los unos con los otros, y no para separarlos

La fraternidad humana ha sido confundida con la igualdad, pero esta igualdad es inexistente.  Si arrojamos al aire una esfera de plomo, otra de madera y otra de plumas, no podemos "ordenarles" que caigan con la misma velocidad, pues la resistencia del aire frena más a una que a otras. Tampoco podemos hacer "por decreto" que las plantas de fresa lleguen a ser tan altas como los cipreses, o estos tan extendidos como los sauces.


El igualar cosas no iguales es otra de las formas de la tiranía; es irracional, antinatural y signado por oscura fatalidad. Si se trata de igualar a la altura de los superiores, debe estirarse a los más bajos hasta hacerlos perecer; si se hace al nivel de los más bajos, se aplasta despiadadamente a los altos; y si por el medio,  se perjudica a unos y a otros.



Aplicar igualdades entre desiguales es faltar al espíritu y a la forma más elemental de Justicia.


Para llegar a concebir una justicia social es imprescindible establecer justicia dentro del hombre

A veces es más fácil ser bueno o ser malo, que ser justo. Sin el sentido de la justicia, la verdadera bondad, la justicia espiritual, aquello que le puede dar a cada cual lo que le corresponde, en un sentido de bondad y de inegoísmo, es lo más difícil de alcanzar.


En el hombre, más allá de su cuerpo, vida, emoción y razón, existe un Yo espectador y ordenador de actos en el que radicará el Ser-Justicia, y al cual deben someterse las armónicas relaciones de sus propios reflejos en las cuatro posibilidades señaladas. Justicia individual será, entonces, un coexistir de subestructuras según sus propias naturalezas particulares, pero finalizados en un Yo que las unifica y que es el Ser-Justicia de las mismas.


Para la conceptuación del delito, no deben considerarse los hechos sino en relación estrecha con el actuante. Y cuando más capacitado y más cualificado sea el mismo, más estricta será la pena, pues se la aplica no como venganza o reprimenda, sino para la seguridad de todos y reencauce moral y psicológico del culpable.


Si justicia es dar a cada cual lo que le es propio, no debemos dar al hombre otra justicia que la humana, o sea, la que por su naturaleza le corresponde. No podemos tratar al Hombre como a una máquina, negándole capacidad de automejorarse, ni como a un Dios, creyendo que puede hacerlo solo y espontáneamente.


fragmentos de JORGE ANGEL LIVRAGA RIZZI

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