jueves, 11 de octubre de 2018

LAS DROGAS NOS DESTRUYEN



Jesús contó una parábola que se relaciona con •este tema, cuando dijo: "Algunos entran en la casa por las ventanas, y son ladrones". Un ladrón no habita en la casa sino que entra en ésta, roba, y, al final, recibe un castigo. Las drogas abren, en el mejor de los casos, una ventana hacia el plano astral. Rompen la pared etérica, y fuerzan a la consciencia, a través de esta abertura, penetrando en el mundo astral. Ninguna droga puede elevar a la consciencia por encima del mundo astral. Sabemos que el plano astral es el plano del engaño, y quien sea atrapado en él no podrá regresar fácilmente a la luz de la realidad. La droga no desarrolla la consciencia sino que afecta al mecanismo (a la mente y al cerebro) y abre una grieta entre el plano astral y el cerebro. La oscurecida consciencia mira, a través de esta grieta, dentro de un mundo enteramente nuevo. Cuando un ebrio ve una ecuación matemática, desde luego su consciencia recibe algún grado de impresión, pero la nueva experiencia no la expande porque la expansión de la consciencia tiene lugar cuando aumenta su aptitud para comprender. Comprender significa unificarse conscientemente con la forma, con la cualidad, con el propósito y con la causa de un sujeto dado. 

Los drogadictos dañan sus mecanismos presentes y futuros, en ambos extremos, durante muchas generaciones. Cuando reencarnen, tendrán naturalmente un psiquismo de nivel bajo. "Verán", "oirán" y "sentirán". Este estado les creará graves problemas y mucho sufrimiento, como les ocurre a algunas personas de la actualidad que son víctimas del psiquismo inferior. Hospitales y asilos están llenos con personas como éstas, y lo único que nuestros médicos pueden hacer es escucharlas, darles varios tratamientos de shock y calmarlas con medicación. El uso de drogas en esta vida abrirá algunos centros en el cuerpo etérico, los sobreestimulará y producirá una excesiva afluencia de energía dentro de los correspondientes órganos físicos. En la próxima vida, esta excesiva afluencia continuará y tendrá devastadores efectos psicofísicos. En la presente reencarnación, el drogadicto destruirá sus células cerebrales y aumentará el espesor del velo existente entre él y su Alma. Es cierto que las drogas producen energía mediante sobreestimulación de los centros inferiores, especialmente en la parte inferior del centro del plexo solar y del centro sacro. La estimulación excesiva sacará cada vez más energía de los centros superiores, dejándolos debilitados. Esto creará un retraso de los centros superiores y un incendio de los centros inferiores, causando de ese modo un desequilibrio completo en el sistema energético del hombre. Los drogadictos pueden ser poseídos muy fácilmente por las fuerzas de las tinieblas y, a menudo, se convierten en canales para ellas. No pueden registrar las energías e impresiones de alto nivel que provienen de grandes entidades y del Plan Divino. Serán incapaces de cultivar sus centros o de usar las energías con inteligencia. Perderán la visión en el lodo de sus experiencias y fantasías de bajo nivel. Un drogadicto reencarnado tendrá un mecanismo o un vehículo desequilibrado.

FRAGMENTO del libro: la ciencia de ser uno mismo de Torkom Saraydarian

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