sábado, 16 de mayo de 2009

CUENTOS ORIENTALES



No es lo mismo pedir que ofrecer

Un rey había fijado unas horas al día para que cualquier súbdito pudiera tener audiencia.


Una mañana llegó un mendigo fuera de las horas señaladas y pidió ver al rey. Los guardias se burlaron de él y le preguntaron si no conocía la ley. El mendigo contestó:


-La conozco perfectamente, pero es válida sólo para aquellos que quieren pedir al rey cosas que ellos mismos necesitan; yo, en cambio, quiero hablar con el rey sobre las cosas que el reino necesita.


El mendigo fue admitido en el palacio inmediatamente.

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