viernes, 18 de abril de 2014

UNA PEDAGOGÍA TRADICIONAL: LA INICIACIÓN



"El Egipto faraónico transmite su tradición viviente a través de la pedagogía específica de todas las sociedades tradicionales: la iniciación.
La iniciación forma parte de los ritos de pasaje, que permiten a los neófitos la adquisición irreversible de un nuevo estado de conciencia. Las pruebas, los fracasos, el dolor, encuentran un valor positivo como fuentes de experiencia que permiten el acceso a un nuevo estado de ser y de conocimiento.

La iniciación tribal tiene lugar en el momento de la pubertad, cuando el cuerpo está maduro para reproducirse, y sirve esencialmente para trasmitir el savoir faire sexual. Pero, para una sociedad tradicional, es indispensable cargar este suceso natural de un sentido que sobrepase el simple gesto biológico. Se aprovecha una situación natural para aportar una trascendencia y provocar un despertar de la conciencia a otros sentimientos que no sean la simple pulsión sexual. Se enseña cómo hacer el amor, cómo respetar al otro, cómo preparar y compartir la felicidad. Se despierta a la persona a  su responsabilidad de padre, a su rol social en la colectividad, a lo que se espera de él y su porqué. Se le permite salir de la infancia con orgullo y valor para que no la extrañe y no tenga la tentación de volver a comportamientos infantiles.


Trascendido lo innato, se transmite un saber portador de otra dimensión distinta de la puramente natural y biológica. Se abre al adolescente a su nuevo estado de conciencia, a una nueva madurez, tanto con relación a sí mismo como a la sociedad.


La iniciación religiosa responde a otras finalidades. Si es cierto que ante lo desconocido experimenta a la vez miedo y ansiedad, la iniciación religiosa tiene por objetivo transmutar estas emociones en el sentimiento profundo de estar unido a la naturaleza y al cosmos. Así se suscita el sentimiento de pertenencia y de solidaridad con lo viviente, y desaparece el sentimiento de soledad, de separación con lo que existe. El individuo aprende a dialogar con lo invisible, el misterio y sus propias zonas oscuras. Se le dan ritos como medios de formalizar sus actos. Una vez más se alían "saber hacer" y "saber ser". Se aprende a hacer y ser en otras dimensiones de la existencia, a trascender lo inmediato. Más allá del enfoque objetivo y racional, nace la interioridad.


La iniciación llamadas mágicas tienen por objetivo la transmutación; permiten al hombre despertar a su propia capacidad de progreso. Se trata de una evolución que se lleva a cabo a través de la confrontación consigo mismo, asumiendo y transformando sus bloqueos y defectos. No es el problema de la maduración biológica ni del descubrimiento de su interioridad, sino de la transmutación de sus potencialidades. La conciencia es aun más poderosa porque la posición mental constituye  la clave, como se puede constatar en el chamanismo o el yoga. Es a través de la conciencia y lo mental como se puede adquirir otro tipo de "saber hacer", sobre sí mismo y sobre su entorno.  Esto supone una concentración y una disciplina muy importantes, factores presentes en nosotros mismos, de muy destacada evolución."



Fragmentos de INICIACIÓN Y PENSAMIENTO SIMBÓLICO EN EL EGIPTO FARAÓNICO
Autor: Fernando Schwarz

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