domingo, 3 de agosto de 2014

HOMBRES SIN FUTURO

"¿Y por qué pasa esto?, ¿es el fin del mundo? ¿se agrietan las bases de la civilización? No, mis queridos amigos, esto es momentáneo, es simplemente un instante de paso, entre una luz y una nueva luz.



Tenemos que entender que esto es pasajero. No podemos dejarnos vencer en nuestro corazón, pensando que se perpetuará. Si lo pensamos, viviremos en una eterna angustia, daremos paso a todo lo malo, dejaremos que todos los demonios y todos los pensamientos diabólicos triunfen en el mundo.



Tenemos que tener un sentido de optimismo, pero no teórico, no un sentido de optimismo porque sí, sino un sentido de optimismo lógico. Si tomáis un péndulo, vais a ver que su movimiento oscilatorio hacia un lado, es compensado por un movimiento oscilatorio hacia el otro lado. Y sabéis que así ocurre en toda la naturaleza, en todas las cosas



La materia ya dio todo lo que podía dar, no puede dar más. Hace falta la parte humana. Es absurdo que nos roboticemos a nivel colectivo y a nivel individual. Hay una parte irrepetible, irrenunciable, que es lo que tiene que hacer el ser humano. Las máquinas son útiles, sí, pero no son ni buenas ni malas, son máquinas. Lo que vale es el hombre que está detrás de ellas.



Hoy una de las mayores industrias es la industria de armamento. No sé si sabéis que cada bala de ametralladora cuesta como una barra de pan, que cada tanque cuesta más de lo que cuestan cincuenta tractores agrarios, y que un reactor de guerra de los de nueva generación, cuesta como muchas escuelas o muchos hospitales.

Es decir, ¿qué importa haber llegado a tan grandes cotas materiales, si las estamos utilizando para la guerra y para el mal?

Nosotros lo que queremos es la paz, una paz activa, no una paz de meditación observativa. Nosotros, los que creemos en el hombre, sabemos que esa parte material y mecánica ha llegado a su límite, que ya no da más, que ya no puede dar más.

Fijaos bien, mirad una humilde hoja de un árbol. Ved la sabiduría con que está hecha. Cuando los hombres no sabían nada de la relación entre las materias químicas y la luz, ya los árboles hacían fotosíntesis.  Aquello que inventó todo eso, Aquello que pensó todo esto, dio perfume a las flores, dio vuelo a los pájaros, nos dio esperanza en los corazones, nos dio la capacidad de pasar por encima de las circunstancias actuales y remontarnos hacia otros mundos de ilusión.


 Por lo tanto, no hay lugar para la debilidad ni para el pesimismo.  Hay lugar, sí, para la recreación de una nueva forma. ¿Cómo será esa nueva forma?, ¿qué podemos hacer ante tal cantidad de gente que se siente sin futuro, que no cree en nada, que no cree en sí mismo, ni en la humanidad, ni en la amistad, ni en el amor, ni en la justicia? ¿Qué podemos hacer?

Primeramente tenemos que creer en Dios. Pero no a la manera del buen e ignorante fraile que cree en Dios porque se lo dijeron, sino descubrir a Dios en todas las cosas, descubrir que hay una inteligencia, una voluntad, que hay algo que está más allá de lo material, que justicia la existencia del universo y que no nos va a abandonar en ningún instante.

Viendo, constatando la existencia de ese Ser, de Aquello que está en nosotros, constatamos también nuestra propia existencia, nuestra propia inmortalidad. Nosotros no hemos empezado con nuestro cuerpo, ni vamos a terminar con él. Nosotros somos una conciencia que ha aparecido en el mundo y que luego dejará este mundo para volver, una y otra vez, a completar un ciclo de experiencias.

Podemos hablar claro, decir las cosas con sus nombres, combatir desde el fondo de nuestro corazón y desde las palmas de nuestras manos todo el mal que hoy trata de sepultar al mundo, la violencia absurda que vemos en todas partes, las drogas, la prostitución, el sectarismo, todo aquello que va en contra de la libertad y dignidad fundamental del hombre y la mujer, todo aquello que trata de sepultar en nuestro corazones todo lo válido, todo lo bueno, aquello que es esencialmente el hombre...

Debemos ser positivos, debemos tener la plena seguridad de que hay un futuro para nosotros, para nuestros discípulos, para nuestros hijos, para los que vengan después. No tenemos derecho a tener debilidades en este momento histórico. En este momento difícil, en donde estamos sometidos a una prueba, todas las formas de egoísmo son una cobardía despreciable.

La verdad requiere valor, aunque hoy exista una desmitificación y se rían de los héroes.
Debemos entender que esta gente, esta mentalidad, esta forma materialista y derrotista de encarar la vida ya está en el pasado. Por lo tanto, vayamos hacia ese otro futuro que podemos construir cada uno de nosotros. Cada uno de nosotros tiene el deber de ayudar a construir ese futuro, no sólo para sí mismo, sino para toda la humanidad.

Es fácil destruir, es difícil construir. Por eso, no basta hacer un mundo nuevo, hace falta hacer un mundo mejor.

Nosotros tenemos en nuestro corazón -y cuando digo nosotros os abarco a todos- la fuerza que levantó un día las pirámides, la fuerza que levantó las catedrales, que hizo diques y caminos, que hizo escuelas y hospitales. Tenemos la fuerza espiritual que crea todas las cosas. ¡A soñar, amigos! A soñar, con verdadera voluntad de victoria.

 

Jorge Angel Livraga Rizzi
1983-fragmentos Conferencia

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