sábado, 11 de julio de 2009

LOS PELIGROS DEL SIGLO XXI



"Ante el crecimiento demográfico, ante la falta de medios y subestructuras, se manifiesta una serie no sólo de apetitos, sino de hambres desatadas que en cualquier momento pueden hacer temblar aún más seriamente nuestra civilización.


Cuando hay grandes apetitos, cuando hay grandes hambres, cuando hay grandes necesidades que provocan procesos de envilecimiento, de caída de los valores humanos, como está ocurriendo hoy en día, se puede llegar a serios enfrentamientos y a la destrucción de la forma de vida que conocemos. Podemos prever que la política será cada vez más corrupta, que los economistas tratarán cada vez de explotar más, que los sacerdotes hablarán cada vez menos de cosas divinas, que los científicos se pondrán cada vez más a disposición de las guerras o de la violencia que al servicio de la paz.


Ante este panorama oscuro ¿qué podemos hacer ante estos peligros del siglo XXI? Sabemos que todo es fruto de lo anterior y que todo se va gestando poco a poco.


Todo hombre, toda mujer, tenga la condición que tenga y esté donde esté, puede hacer algo útil, algo noble, algo bueno; aquel que diga que es demasiado viejo demasiado joven para ello o muy pobre o que tiene problemas, que no es esconda tras excusas. Todos tenemos responsabilidad estemos donde estemos, y podemos hacer algo para la construcción de un nuevo mundo que puede ser mejor que aquel en el cual estamos viviendo ahora.


Todos tenemos, no solamente el deber moral, sino la obligación -y así lo sentimos dentro de nuestro corazón- de hacer que los niños, nuestros hijos, nuestros discípulos, nuestros nietos, vivan en un mundo mejor. Todos podemos colaborar de alguna forma y manera; acrecentando los valores artísticos o literarios, tratando de poner orden donde no lo haya, tratando de poner inteligencia donde no exista, tratando de poner un grano de bondad donde no esté, tratando de hacer algo positivo y efectivo, no solamente en días especiales, sino durante todo el año.


Todos, cada uno de nosotros puede ayudar a sus semejantes y ayudar a enderezar la marcha del mundo. Es obvio que hay grandes intereses creados, que la dificultad es mucha; es obvio que el dragón es muy grande; pero si San Jorge hubiese pensado en el tamaño del dragón, no lo habría matado. Lo fundamental no es pensar en masa, sino ver qué podemos hacer nosotros en el aquí y en el ahora. Lo fundamental es tener la fuerza moral y la resolución para poder hacer algo.


Si se apagasen las luces de una estancia llena de personas, pero una sola de ellas encendiera una cerilla, habría luz, no solamente en la mano del que la portase, sino para todos los que ocupan la estancia. Si en esta gran oscuridad del mundo cada uno de nosotros enciende una sola cerilla de esperanza, una cerilla de efectividad moral, no solamente uno, sino que todos los que están van a participar de esa luz".



Fragmentos de la Conferencia: ""LOS PELIGROS DEL SIGLO XXI"

Prof. Jorge A. Livraga-Dic. 76

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