de unos vivos a otros vivos,encadenando los siglos"
Fernando Barrejón
Entre todos mis recuerdos, destaca el amor
de mi abuela. Seguro, auténtico, lleno de ternura, nunca posesivo. Manantial
constante, pura medicina, pilar firme, montaña sagrada, misterio de Vida y Amor
sin límites hecho realidad... Qué dulzura y sabiduría había en su corazón...Me
rozó su magia...la dejó en mi alma...
Ella era una mujer manchega, pequeñita,
sencilla, trabajadora, no tenia ninguna belleza especial físicamente, sin
embargo para mí era la más bella por su corazón sabio, grande, bueno. Había tenido 12 hijos, de los que habían
muerto 9, más el marido que fue héroe de guerra en Cuba. No sabía leer ni
escribir, pero tenía una sabiduría natural suficiente para ser quien era; fuerte y humilde, noble y
sencilla, amorosa y no posesiva, trabajadora y feliz. Nunca la escuché hablar
mal de nadie, ni cotillear o criticar la vida de otros, al contrario si alguien
lo hacía, siempre decía…"hay que comprender"… Tampoco escuché lamentos o quejas,
admirable. Era serena, callada, buena consejera, la mejor maestra que tuve
sobre el ser humano. Ella me transmitió la historia de mis antepasados,
hablando de sus hazañas y virtudes. Me hizo sentirme orgullosa de todos ellos y
conocerles. Me dio raíces fuertes...
Si, aquellos veranos pasados con ella,
forman parte de mis mejores recuerdos. No había luz ni agua corriente, y sin embargo no recuerdo echarlo de menos, como si con ella todo resultará suficiente. Tenía muy poquito, algún dinero que
mi madre le daba (ella trabajaba) para que me cuidara esos 3 meses. Ella vivía con muy poco, un
dinero que conseguía haciendo las bodas (desayuno, comida y cena) en el pueblo. Durante la guerra civil, habían tenido que ir mal vendiendo las tierras para sobrevivir, como tantos... Y la paga por héroe de guerra en Cuba de mi abuelo nunca la cobró, se perdió por el camino debió ser... Sin embargo, nunca me sentí tan rica, rodeada de su amor, serenidad y fuerza
interior. Cualquier cosa que te daba era medicina rica, una delicia para todo mi ser, estaba
envuelto en su particular magia, su dulzura. Lo recuerdo todo, las mañanas limpias, el transcurrir de las horas en su compañía, la siesta junto a ella, las tardes al fresco en el patio, las meriendas deliciosas, aquellas "catas de tomate", las mágicas noches en la puerta escuchando historias a la luz de las farolas, y luego esperando que viniera a dormir para escucharle sus oraciones abrazadas. Siempre me pareció una mujer sabia, una anciana maga.
Ahora sé que lo era, sin duda.
¿Qué tenía en su alma y en su corazón? A su lado todo era verdadero, Vida, poesía, paz, belleza, Y sobre todo…hogar, hogar, mi dulce
hogar.
Me decías…”¡cuánto te vas acordar de mí!,
Yo siempre respondía…”abuela tu nunca te vas a morir”…ella me miraba con sus
ojitos brillantes…y repetía ¡Cuánto te acordarás de mí!... cómo lo sabías…Vida…Sigues conmigo... mi querida e inolvidable abuela... ¿cuándo volveremos a encontrarnos, en qué lugar, que historias escribiremos de nuevo?
Nadie como tú...eras un compendio de virtudes, adquiridas a base de amor, paciencia y bondad, de dolor transmutado en sabiduría natural. BENDITA SEAS, mi querida Abuela.
D. Villegas-30/7/2013-Malaka


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