martes, 22 de mayo de 2018

Consecuencias del suicidio...

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Por  supuesto  que  hay  una  mejor  clase  de  reliquias,  pues  los  "cascarones" o "paseantes en la tierra", como aquí se les llama, no son forzosamente todos malos. Pero aun los buenos se malean interinamente  por  influencia  de  los  médiums.  A  los  cascarones  poco  les  importa  porque  no  tienen  nada  que  perder;  pero  hay  otra clase de "espíritus" de quienes hemos dejado de ocuparnos: los  suicidas  y  los  muertos por accidente o muertes violentas.  Ambas  clases  pueden  comunicarse  y  ambas  habrán  de  pagar  muy  caras  tales  visitas.  Explicaré lo que esto significa.  Son   dichas  entidades   las   que   los   espiritistas   franceses   comprenden  en  la  denominación  de  "espíritus  sufrientes".  Son  la  excepción  de  la  regla,  pues  han  de  permanecer  dentro  de  la  atracción  de  la  tierra  y  en  su  atmósfera  o  loka  kama  hasta  el  último  momento  de  la  que  hubiera  sido  natural  duración  de  su  vida. Dicho de otro modo, aquella particular ola de la evolución de la vida ha de alcanzar su ribera.  Pero  avivar  su  memoria  y  recrudecer  sus  sufrimientos  deparándoles ocasión de vida artificial que recargará su karma, incitándoles   a   que   entren   por   las   abiertas   puertas   de   los   médiums  y  sensitivos,  es  pecado  y  crueldad,  porque  habrán  de  pagar  muy  caro  cada  uno  de  tales  placeres.  A  los  suicidas  les  diré que con la insensata esperanza de escapar de la vida, se ven todavía  vivos  con  bastante  sufrimiento  para  ellos  reservado  en  esta misma vida. Su castigo está en la intensidad del sufrimiento. A  consecuencia  de  su  irreflexiva  acción  perdió  el  suicida  el  séptimo  y  el  sexto  principios,  aunque  no  para  siempre,  pues  puede recobrarlos; pero hay algunos que en vez de resignarse al castigo  y  aprovechar  la  ocasión  de  redimirse,  echan  de  menos  la vida   terrena   y   ceden   a   la   tentación   de   recobrarla   por   pecaminosos  procedimientos.  En  el  loka  kama,  la  región  de  intensos deseos, no pueden satisfacer sus terrenas ansias sino por medio de un viviente a ma-  nera de apoderado; y si tal hacen, al expirar el término de la que hubiese  sido  su  natural  vida  en  la  tierra,  pierden  generalmente  su mónada para siempre.  En  cuanto  a  los  víctima  de  accidente,  aún  les  sucede  cosa  peor, pues lúgubre destino es el suyo, a menos que  los buenos y  puros  vayan  inmediatamente  al  samadhi  akásico,  esto  es,  que  caigan en un estado de tranquilo y ligero sueño lleno de rosados ensueños, durante el cual no recuerden el accidente, sino que se muevan  y  vivan  entre  sus  deudos  y  en  su  ambiente  hasta  que  pasen  al  devacán,  al  natural  término  de  la  que  hubiera  sido  su  terrena vida.  Pero   si   fueron   pecadores   y  voluptuosos,   vagan   como   infelices  sombras  (no  cascarones,  porque  no  se  ha  roto  del  todo  el  enlace  con  sus  dos  principios  superiores)  hasta  que  llega  la  hora de su muerte. Como quiera que se les cortó la vida en pleno flujo de terrenas pasiones que los ligaban a sus habituales vicios, los seducen las ocasiones que de satisfacerlos por conducto ajeno los médiums les deparan. Son los pisachas, los íncubos y súcubos de  los  tiempos  medievales,  los  demonios  de  la  embriaguez,  la  gula,  la  lujuria  y  la  avaricia.  Son  elementarios  de  intensificada  astucia,  malvados  y  crueles,  que  provocan  a  sus  víctimas  a  perpetrar crímenes horribles y se gozan en su comisión. No sólo arruinan  a  sus  víctimas,  cual  psíquicos  vampiros,  sino  que,  arrastrados  por  la  corriente  de  sus  infernales  impulsos,  acaban  por  salir,  al  fin  de  su  natural  período  de  vida,  del  aura  de  la  tierra,  y  van  a  regiones  donde  por  siglos  habrán  de  soportar  agudísimos sufrimientos hasta su completa destrucción.  Pero  si  la  víctima  del  accidente  o  del  crimen  no  era  muy  buena ni muy mala, sino persona vulgar, puede sucederle que si la atrae un médium forme para ella una cosa tan perniciosísima como  una  nueva  combinación  de  escandas  y  un  nuevo  y  mal  karma. 

...los suicidas, que no están muertos  sino  que  tan  sólo  mataron  su  tríada  física,  y  cuyos  parásitos  elementales  no  están  por  lo  tanto  separados  del  ego  como  en  la  verdadera  muerte."  

fragmento de: LAS CARTAS DE LOS MAHATMAS

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