martes, 1 de octubre de 2013

EL ORÁCULO DE LA LUNA


"Los astros no nos determinan. Como decía Tolomeo el gran astrólogo de la Antigüedad que vivió en el siglo II en Alejandría, "los astros inclinan, pero no necesitan". Para Tolomeo, la influencia astral, que proporcionaba el carácter del individuo, se sumaba al condicionamiento familiar o de la ciudad, y el hombre conservaba siempre una parte del libre albedrío ante todas esas influencias. No hay, pues, ningún determinismo absoluto, ninguna fatalidad, salvo en caso de estar sometido a esos diversos condicionamientos y no ejercer el libre albedrío, como por desgracia sucede en el caso de lo que viven únicamente según sus deseos carnales y no según su mente. Pero el hombre capaz de dominarse y de modelar su carácter según las leyes superiores de la moral y de la mente escapa a toda fatalidad y coopera libremente en la construcción de su destino.

Si he entendido bien, los astros influyen en el cuerpo y las pasiones, no en el alma espiritual del hombre, donde reside su libre albedrío.

Exacto

Pero ¿cómo escapar a nuestros condicinamientos, ya sean familiares, colectivos astrales, y liberarse o cooperar libremente en la construcción de nuestro destino en lugar de sufrirlo?

Nadie escapa totalmente a sus condicionamientos. El hombre está marcado toda su vida por su lengua, su educación, su carácter innato…. ¡y no sé cuántas cosas más!. Sin embargo, aun con el peso de los condicionamientos por nacimiento…. un colérico siempre será un colérico, y un artista siempre será un artista…. puede dominar su carácter, ser dueño de sí mismo, aceptar o rechazar el hecho de ceder a las pasiones. No nacemos libres, nos hacemos.


En la medida en que aprenda a conocerse y controlarse, podrá evitar que ciertas cosas se hagan realidad. Podrá forjarse un destino distinto del que parecía inscrito en su carta astral.

Yo también creo que la divina Providencia ha querido poner determinados encuentros o determinados sucesos, afortunados o desafortunados, en nuestro camino. No escaparemos a ellos. Pero todos podrán reaccionar libremente frente a esos acontecimientos programados por el destino.

Los astros son señales que la Providencia ha puesto para permitir que nos conozcamos mejor y descifremos los arcanos de nuestro destino, pero en ningún caso para determinarnos de manera absoluta. Hay que mirarlos como faros que nos iluminan y no como causas que nos alienan.







Fragmentos de EL ORACULO DE LA LUNA de Frederic Lenoir

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