En las terapias del sonido existe un lugar especial para dos modos de expresión que vienen de un lugar profundo del subconsciente: el silencio y la risa.
El silencio no es un vacío que hay que llenar a toda costa, sino una presencia viva que hay que cultivar, un bien y una terapia.
La risa pone al mundo de cabeza, le saca fuera lo de dentro y le da la vuelta. Alimenta la cordura y hace estallar las hinchazones de todo tipo.
La risa del corazón, no menos que las lágrimas, Puede disolver los caparazones de soledad y de inseguridad. Tiene un poder terapéutico inmenso. Y es un calmante sin efectos secundarios y cuya eficacia se ha demostrado científicamente, pues libera las sustancias naturales del cuerpo que sirven para calmar el dolor, llamadas endorfinas y que están en el cerebro.
Vea las cosas desde la mejor óptica, o por lo menos vea su lado divertido. Sea ligero de corazón, radiante y reluciente; rebose salud; ponga las dificultades en su verdadero lugar; deslícese hacia la iluminación. Todas las terapias requieren un "tacto ligero", y la risa es precisamente estar tocado por la ligereza.
Fragmentos de: EL LIBRO DE LA TERAPIA DEL SONIDO
OLIVEA DEWHURST-MADDOCK
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