lunes, 8 de mayo de 2017

ISIS SIN VELO -fragmentos de H.P. Blavatsky



"La obra que sometemos al juicio público es fruto de nuestro trato con los Adeptos orientales y del estudio de su ciencia. La dedicamos a cuantos estén dispuestos a aceptar la Verdad, doquiera que la encuentren, y a defenderla sin temor a vulgares preocupaciones. Su objetivo es ayudar al estudiante a descubrir los principios vitales que subyacen en los antiguos sistemas filosóficos.

Este libro es sincero. Hemos procurado que en el resplandezca siempre la justicia, junto a la verdad expuesta sin mala intención ni idea preconcebida. Nos mostramos inexorables frente al error entronizado y no guardamos la más mínima consideración a la autoridad usurpada. Reclamos para el pasado el honor de sus ejecutorias que se le negó desde hace mucho tiempo; exigimos la restitución de prestadas vestiduras y vindicamos reputaciones tan calumniadas como gloriosas. En este espíritu de crítica están considerados los cultos y credos religiosos y las hipótesis científicas. Hombres, partidos, sectas y escuelas son efímeras de un día. Tan sólo la VERDAD, asentada en diamantina roca, es eterna y suprema.

No creemos en magia alguna que trascienda a la capacidad de la mente humana, ni en "milagro" alguno divino o diabólico, si por tal se entienda la transgresión de las eternas leyes naturales. No obstante, aceptamos la opinión del sabio autor de Festus cuando dice que el corazón humano no se ha revelado todavía completamente a sí mismo ni hemos abarcado ni siquiera comprendido la amplitud de sus poderes. ¿Será exagerado creer que el hombre pueda desplegar nuevas facultades sensitivas y relacionarse mucho más íntimamente con la naturaleza? La lógica de la evolución nos lo dirá si la llevamos hasta sus legítimas conclusiones. Si en la línea ascendente, desde el vegetal o el molusco hasta el hombre más perfecto, ha evolucionado el alma y adquirido sus elevadas facultades intelectuales, no será irrazonable inferir y creer que también en el hombre se está desenvolviendo una facultad perceptiva que le permita indagar hechos y verdades más allá de los límites de nuestra ordinaria percepción. Así no vacilamos en admitir con Biffé, que "lo esencial es siempre lo mismo, ora procedamos cercenando hacia dentro el mármol para descubrir la estatura oculta en su masa, ora hacia fuera levantando piedra sobre piedra hasta terminar el templo. Nuestro NUEVO resultado no es más que una idea antigua. La última eternidad encontrará en la primera su alma gemela".


Hace años, cuando  en mi primer viaje por Oriente visité los desiertos santuarios, me preocupaban dos cuestiones que sin cesar oprimían mi mente: ¿Dónde está, Quién y Qué es DIOS? ¿Quién vio jamás el ESPÍRITU inmortal del hombre, para asegurar la inmortalidad humana?

Precisamente cuando con más ansia pretendía resolver tan embarazosos problemas, trabé conocimiento con ciertos hombres que por sus misteriosos poderes y profunda ciencia merecen, sin disputa alguna, el calificativo de sabios de Oriente. Viva atención presté a sus enseñanzas. Me dijeron que, combinando la ciencia con la religión, pueden demostrarse la existencia de Dios y la inmortalidad del espíritu humano tan fácilmente como un apostolado de Euclides. Por vez primera adquirí la seguridad de que la filosofía oriental sólo cabe en la fe absoluta e inquebrantable en la omnipotencia del Yo inmortal del hombre. Aprendí que esta omnipotencia procede del parentesco del espíritu del hombre con Dios o Alma Universal. Este, dicen ellos, sólo puede demostrarlo Aquél. El Espíritu del hombre es prueba del Espíritu de Dios, como una gota de agua es prueba de la fuente de donde procede. 

La fe ciega dejará de ser una necesidad para él, pues la habrá sustituido con el CONOCIMIENTO. Cuando un hombre mortal despliega facultades inmensas, domina las fuerzas de la naturaleza, dirige la vista al mundo del espíritu, la inteligencia reflexiva queda abrumada por la convicción de que si a tan alto alcanza el Yo espiritual de un hombre, las facultades del ESPÍRITU PADRE han de ser comparativamente tan inmensas en magnitud y potencia como el océano respecto a una simple gota de agua. Ex nihilo nihil fit. ¡Demostrad la existencia del alma humana por sus maravillosas facultades y demostraréis la existencia de Dios!"




fragmentos de ISIS SIN VELO
Autora: Helena P. Blavatsky

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